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Incertidumbre y sufrimiento en estos tiempos...

¿Qué podemos hacer?





Seres sensibles, vulnerables… así somos, así estamos.

Tiempos de novedades, inesperados, por los que somos atravesados y a la vez generamos y transcurrimos… así es hoy.

Tal vez no sea nuevo, pero si es de novedades y novedoso, intenso, en sus ingredientes y avatares.

La nueva velocidad, la tecnología, el auge de las drogas, la amenaza ecológica, la inteligencia artificial, la pandemia, se agregaron a las guerras, la desigualdad y la tensiones “naturales” de la lucha por el poder.

La sociedad “líquida”, flexibilizó los códigos, los acuerdos, las presuntas seguridades y todo cambia y puede cambiar… y sorprender de nuevo.

Tiempo disruptivo, escándalo, fuera de marco y concepto, de incomodidad, de individualismo, de disloque.


La capacidad cerebral y cognitiva de adaptación, es desafiada una y otra vez, y el insomnio, el stress, y la ansiedad, que pueden cambiar de nombres y enunciados, se padecen como se puede y según cada uno.

“Estoy preocupado, tenso, temeroso...”

Las relaciones afectivas, laborales y sociales, se licúan, se volatilizan y evanecen, y aumenta la sensación de debilidad, de extrañeza, y de precariedad.

Y la soledad.

Tiempos de cancelación, fanatismo. Tiempos violentos...

La cultura de las redes, propaga el ser radiante, espléndido y envidiable… e invita a sufrir en silencio y avergonzarse del dolor… del dolor común, del dolor humano.

No vale sufrir, no vale fallar, no se puede perder...

La sensación de ajenidad, de estar “afuera”, nos aúna y nadie sabe quiénes son los de “adentro”, los “líderes”, los dueños de los códigos del tiempo actual.

Incertidumbres… económicas, emocionales, de destino y porvenir, familiares, cambiarias… climáticas, calor, sequía e inundación. Quiebre, inicio, reestructuración, enfermedad…

Stress cardiovascular, alteraciones psicosomáticas, rigidez muscular… contracturas.

Lo único permanente es el cambio… ya decían en aquella Grecia, y parece agudizarse en este ahora.

Pasa lo inesperado casi sin saber cómo y porqué…


Frente a estas circunstancias, sufrimos y podemos enfermar:

Es mi cuerpo y mi emocionalidad, atravesada por cada circunstancia que me toca. Es importante tomar esta conciencia. No estamos afuera, no estamos exentos.

Los psicofármacos que pueden ser de ayuda, vienen con el dilema de estar medicando los dolores y altibajos de la vida y ya no la enfermedad…

Los recursos y herramientas para la adaptación y superación creativa son convocados y desafiados y a veces desbordados. Puedo pasar de la desesperanza al resentimiento, y de ahí a la intolerancia y las violencias.


Es oportuno mirar adentro para descubrir obstáculos y cadenas interiores que dificulten los necesarios cambios.

Mandatos, códigos caducos, inflexibilidad y prejuicios, inhibiciones, y defensas, pueden perturbar nuestro despliegue innovador, tan necesario...

Se trata primero de aceptar la realidad, tarea nada fácil. Ésta permanece impertérrita frente a nuestras previsiones.

Si le es difícil aceptar la realidad… no le aconsejaría ignorarla…!

Si pasamos esa prueba, si atravesamos ese puente, es momento de repasar y refrescar nuestras herramientas para la vida:


* Estar en el presente, el aquí y ahora

* Tomar plena y mayor conciencia de las características de lo que pasa, su naturaleza y significado.

* Confiar en nuestras capacidades que ya otras veces nos permitieron sobreponernos a la adversidad y llegar hasta acá.

* Cuidarse y cuidar, la salud, el cuerpo, la mente, la alimentación, la actividad física y lúdica y el descanso. El entorno y el recreo.

* Acicalar y reverdecer los vínculos afectivos… nuestra red. Recordar que “dos rengos abrazados… caminan mejor” (¡una pierna cada uno…!)

* Explorar la tolerancia, la diversidad y las nuevas maneras. No siempre “la culpa es del otro”

* Aprender más y mejor, aprender de nuevo… seguir aprendiendo.

* Agradecer, por tanto, y no quejarse por tan poco.

*Recordar que no somos el mar turbulento o avasallante, sino somos barco y capitán, que solo navega en él. No tengo que domesticar o controlar el agua, sino conducir el barco y mi navegación.

* Atender mis emociones y la gestión de mis necesidades, para estar en eje y no perder mi brújula.

* Reconocer con humildad que a veces fallo, no puedo o me duele, y darme nueva oportunidad… y así también a los otros. A veces necesito ayuda y los otros también.

* Recordar que la vida es un camino de desarrollo y crecimiento y no solo de alegría o felicidad.

Mi revisión y disposición a la mayor autonomía se requiere cotidiana y firme. La terapia puede ayudar en ciertos lapsos, pero mi propia tarea, es permanente. Crecer, cambiar, aprender... crecer.

* Propiciar encontrarnos y favorecer espacios sanadores y reconfortantes, para sentir la compañía, reforzar la solidaridad y la pertenencia para volver a la arena cotidiana.

* Dar y recibir solidez y amparo emocional, tan necesarios ancestralmente.


Tiempos difíciles que los argentinos conocemos, tiempos que nos vuelven a evidenciar nuestras trabas, épocas de adaptación creativa, de superarnos para ser y seguir siendo, irradiando cada uno su luz aún en tiempos de oscuridad.

Tiempo de estar unidos y comunicados para compartir.


¡Qué la “danza de la lluvia” tal vez no hacía llover, pero renovaba la esperanza grupal y encendía los corazones para el día siguiente!




Dr Claudio Casas – Psiquiatra – Terapeuta Gestáltico



Si desea recibir la grabación del zoom sobre este artículo, puede solicitarla a cpcasas@intramed.net

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