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Trastorno adaptativo…¿el dolor de la vida?


 



Los cambios, avatares, sorpresas y desencantos de la vida nos conmueven tanto a veces, que perdemos el equilibrio, el ánimo, la orientación y hasta el sentido de la vida.

Stress, malestar, alteración emocional, ansiedad y/o tristeza, junto con las alteraciones del sueño, la sexualidad o la alimentación se suman a comportamientos “extraños” y errores de interpretación.

“Decí por Dios que me has dau, que estoy tan cambiau, no sé mas quien soy”, señalaba el tango hace décadas. *

A esto se puede agregar, consumo de sustancias adictivas, temores y preocupaciones y sensaciones de duelo por “paraísos perdidos”…

Hoy la ciencia los asocia con el nombre de trastorno adaptativo e intenta conceptualizarlos con exactitud.

Mientras tanto, nosotros los vivenciamos en relación a nuestra manera y nuestra historia y al momento que transcurrimos, y junto con los soportes que tenemos y nuestras propias herramientas, nos suman para padecer o superar con más o menos suerte estos desafíos.

Es que no terminamos de asumir como es la existencia y nuestra propia condición viviente. Somos vulnerables, sensibles, carentes y no podemos solos muchas veces.

Y la incertidumbre es condición para lo vivo.

Mucha de la energía en atravesar un cambio, (y al no decir “enfrentar” un cambio, ya defino una posición…) se nos desperdicia en intentar rechazarlo, negarlo o resistirnos a lo que es.

Una vez que incorporo la novedad, empiezo a mejorar mi capacidad de respuesta.

El acento ya no cae en “¡Uhhh! Mirá lo que pasó, o cómo pudo pasar esto" y se desplaza a: “Veamos qué puedo hacer con esto!"

La respuesta en el aquí y ahora, y de aquí para adelante, nos permite un mejor posicionamiento y reestablecer nuestro eje, para poder actuar con acierto atendiendo nuestro deseo y la nueva necesidad.

Si algo cambia, yo puedo cambiar atento a ese algo.

Distinguir lo que está a mi alcance, de lo que no, suele ser un gran recurso. Así concentro mis energías en lo posible y en mis manos, a la vez que suelto lo que no puedo abarcar.

Todos estos aprendizajes, nada fáciles y más en circunstancias imprevistas y desbordantes son necesarios para el crecimiento, el desarrollo y expresión de la personalidad en el arte de vivir.

Si superamos, como suele ocurrir, saldremos fortalecidos, resilientes, más flexibles y entonces, más sabios. Finalmente…”lo que no mata engorda!”

Rescatar y jerarquizar el valor de nuestras redes de afecto, aquello de que “dos rengos si se abrazan caminan mejor…una pierna cada uno…” y también el valor de la esperanza de que esto, así como los momentos felices…”también pasará” puede ayudarnos.

Entonces lo que decimos, va mucho más allá de salud o enfermedad. Son características de la vida misma, de nuestros deseos y expectativas y propios del aprendizaje y el crecimiento, que son nuestra tarea existencial y nuestra posibilidad.

Es el arte de navegar por la existencia.

Comprender más y mejor como padecemos, encontrar un sentido y una utilidad, nos acerca a mejorar nuestras posibilidades y acompañar a los demás.

Si no hay vidas sin dolor, desarrollemos la capacidad para aprender y crecer, con los dolores de la vida.

En eso estamos, aún en pandemia.

 

*Malevaje – R. Goyeneche. https://www.youtube.com/watch?v=BsWh-lF1tps

 

 

                                                     Dr. Claudio Casas Psiquiatra – Terapeuta Gestáltico             

                                                                cpcasas@intramed.net

                                                               

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